Cuatro barbies se dedican a los quehaceres de la casa:
tienden la cama, preparan la comida, lavan la ropa de Ken, barren, trapean.
Cuatro Barbies toman un baño: vacian en el agua aceites y esencias de olor, tallan
su cuerpo con jabones perfumados. Grandes melenas rubias, ojos azules, caderas de manzana.
Cuatro Barbies se empujan ante un espejo: peinados exquisitos, aretes, collares, oídos, gargantas.
Vestidos: Negro, listones, rojo manga larga, corto plateado, verde esponjado.
Cuatro Barbies salen presurosas a recibir a Ken.
Una lo besa cerca de la boca, otra en el cuello,
la tercera intenta darle un masaje en los hombros y la cuarta se inclina para desabrocharle los zapatos.
Repentinamente algo molesta a Ken (quiza un rizo mal colocado, un ojo cargado de maquillaje o un perfume demasiado dulce) y, enfurecido, comienza a golpear a cada una de las Barbies. Ellas caen como plumas encima de los muebles
(ingrávidas, ligeras) o se estampan como moscas en la pared.
Cuatro Barbies lloran penosamente. Mas la violencia de Ken desaparece asimismo de manera repentina.
Inundado de amor, iluminado, Ken abraza a las Barbies: intenta acomodarles el cabello y limpiarles las lágrimas,
deposita pequeños besos en sus frentes, las acuesta en el suelo y las acomoda una al lado de la otra.
Abre o cierra el telón (No importa)
Ken hace el amor a cada una de las Barbies.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Ken es como todos... pero con más "suerte".
ResponderEliminarsi, es como todos, pero pulcro... contradictorio... bien peinado.
ResponderEliminarEso suena a los juegos de mi hija...
ResponderEliminar¡Que raro ¿no?!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLugares comunes y pobreza literaria. Está bien para guión comercial para vender muñecas sintéticas a niñas simples.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo contigo, Rey, pero este y otros cuentos con temática semejante ganaron un premio nacional de cuento.
ResponderEliminar